Cómo hacer que un perro se lleve bien con un gato

¿Tienes un perro en tu casa y te gustaría tener también un gato? Es posible que te preguntes si un perro puede llevarse bien con un gato, y qué es lo que puedes hacer para lograrlo. Al fin y al cabo, son especies muy diferentes, ambas con una fuerte personalidad, y tienen fama de no llevarse bien.

El perro es un animal gregario, que da mucha importancia a su manada, ya que de esto depende su supervivencia. Cuando fue domesticado, se convirtió en un gran compañero para el hombre, fiel y leal, siempre dispuesto a trabajar con él y a participar en todas sus actividades.

Sin embargo, el gato tiene una personalidad más independiente. Al principio, fue tolerado por los humanos porque mantenía a raya las plagas de roedores y otros animales y terminó por ser domesticado. Pero su relación con los seres humanos es muy diferente a la de los perros.

Cuando conviven en el mismo hogar, el perro y el gato pueden llevarse bien y construir una amistad muy especial. Pero esto implica una socialización y un tiempo para que puedan adaptarse el uno al otro.

«Como el perro y el gato»: cómo afecta la personalidad del perro y el gato a su relación

Los animales utilizan el lenguaje corporal como forma de comunicación. Interpretando bien las señales, saben si otro animal se acerca amistosamente o, por el contrario, es agresivo y necesitan protegerse. Pero este lenguaje es muy diferente en los gatos y los perros.

Es importante analizar el comportamiento de cada uno, ya que suele ser la causa de los malentendidos entre estos dos animales.

La reacción de un perro y un gato ante un animal o persona desconocida

La mayoría de los perros se acercan a un animal o humano desconocido con entusiasmo, preparados para analizar la novedad.

Sin embargo, el gato se mueve lentamente, midiendo al extraño durante un tiempo. Incluso, puede bufar levemente, antes de acercarse e intentar un contacto físico.

Por tanto, cuando un perro y un gato se encuentran, es de esperar que el perro se acerque al gato con entusiasmo y que el gato reaccione dándole un zarpazo o un golpe. Tal vez huya también.

Esto se debe a que el gato interpreta el lenguaje emocionado del perro como una amenaza, su acercamiento tan rápido le resulta agresivo. Si el gato sale corriendo, el perro lo interpreta como una señal de juego y le persigue. Resumiendo: su primer contacto no ha ido bien.

La mala interpretación del lenguaje corporal es el mayor problema en las relaciones entre gatos y perros. Cada uno interpreta las señales del otro incorrectamente, ya que demuestran la felicidad, el miedo, la agresión, el juego… de manera diferente.

Sus movimientos también son muy diferentes y transmiten señales que resultan equívocas para el otro animal, siendo malinterpretadas.

Los perros y los gatos no se odian, simplemente no se comprenden

Cuando las acciones de uno de los animales no son comprendidas por el otro, esto representa un desafío para su relación. Los perros y los gatos no son enemigos naturales, pero tampoco son amigos.

Sin embargo, existen muchos casos de perros y gatos que conviven en una misma casa y se llevan bien. Para lograrlo, es muy importante socializar a los dos animales desde el principio y promover experiencias positivas que hagan que se acepten el uno al otro.

Si su convivencia empieza cuando son cachorros, es mucho más fácil que lleguen a hacerse amigos, ya que intentarán jugar entre ellos y pronto aprenderán a reconocer las reacciones de su compañero.

Si ya no son cachorros, es posible que su socialización sea un poco más difícil y que tengas que trabajarla bien. Pero no olvides que los animales adultos también se pueden adiestrar.

Muchos perros y gatos se adaptan rápidamente y conviven pacíficamente, convirtiéndose incluso en excelentes amigos, durmiendo juntos o jugueteando alegremente por la casa.

Pero no debes olvidar que, algunas veces, el perro y el gato se toleran pero no llegan nunca a ser amigos.

En todo caso, siempre es una buena idea mantenerlos separados cuando te vas de casa, para evitar posibles problemas cuando no puedes supervisar sus interacciones. Unas barreras o vallas de seguridad pueden ser de gran ayuda.

El lenguaje de la cola del perro y el gato

La cola en alto.

Un perro suele acercarse a otro animal con la cola en alto. Esto es un signo de dominancia e incluso desafío. Debes prestar atención a los movimientos de la cola de tu perro. Una cola alta con un ligero movimiento remarca la dominancia, mientras que un ligero movimiento con la cola baja puede ser una preparación para el ataque. La cola entre las patas indica sumisión.

Un gato amistoso y seguro se acercará también con la cola en alto. Está diciendo, “vamos a ser amigos”.

Cuando el gato se acerca al perro con la cola en alto, su cabeza erguida y un paso seguro, el perro lo interpreta como un signo de dominancia. Es posible que el perro no quiera problemas y responda con la cola baja, indicando sumisión o apaciguamiento. Si esto sucede, la respuesta reforzará la actitud del gato, que se hará amigo del perro fácilmente, ya que el perro ha interpretado su cola amistosa como un desafío y ha tenido cuidado de no ser agresivo en el primer momento, mientras que el gato ha interpretado la respuesta del perro como una aceptación a su amistad.

Esta actitud suele funcionar bien en las relaciones entre perros y gatos, debido a que el lenguaje del gato transmite al perro un mensaje de seguridad y dominancia al que, por lo general, responderá sin atacar y tratando de apaciguar al gato.

Pero también podría suceder que el perro elevara la cola, adoptando una postura de confrontación. En este caso, la interacción será agresiva. Es posible que el perro ponga su pata o barbilla sobre el lomo del gato, o que le gruña. Esto asustará al gato, que huirá, despertando el instinto de presa del perro, o se peleará, con lo que la situación se complicará por momentos.

Movimiento intenso de la cola.

Otro movimiento de la cola del perro que puede resultar en bufidos y arañazos en su cara es el movimiento intenso de la misma. Los perros mueven la cola en señal de felicidad y también para jugar o interactuar. Cuanto más feliz está, más intenso es el movimiento.

Sin embargo, el gato no mueve la cola, sino que la cambia. Cuanto más rápido sea el cambio, más enfadado está el gato.

Por tanto, un perro puede interpretar este movimiento como una invitación al juego, y terminará con un ataque por parte del gato.

Si el perro es un cachorro, probablemente se muestre confundido y comience a mostrarse desconfiado con los gatos. Si el perro es adulto, podría enfadarse y responder al ataque.

El perro o el gato se tumban boca arriba.

Otra gran diferencia entre el lenguaje de los perros y los gatos es cuando se tumban sobre su espalda, con las patas hacia arriba.

Un perro adopta esta postura para mostrar sumisión, mientras que un gato lo hace para adoptar una posición defensiva, ya que sus patas traseras son muy potentes y le permiten dominar la pelea.

Por ello, si un perro mete su hocico para olfatear el vientre de un gato que está patas arriba, es muy probable que reciba arañazos y salga mal parado de la interacción.

¿Qué debo hacer para que mi perro y mi gato se lleven bien?

  • La presentación entre un perro y un gato debe ser lenta, gradual y controlada, y debes estar atento a los problemas que puedan surgir, para tratar de evitarlos o minimizarlos.
  • Recuerda que el perro tiene un fuerte instinto de presa, que le impulsará a perseguir al gato si este sale corriendo. A la vez, el gato puede interpretar las señales de juego del perro como gestos de agresividad y ponerse en guardia.
  • Ten en cuenta que los gatos no tienen miedo a los perros y que los perros pueden excitarse mucho con los movimientos del gato. Incluso jugando, podrían hacerle daño, debido a su energía y su fuerza, por lo que es importante que los mantengas separados cuando tengas que salir y dejarlos solos en casa.
  • Los gatos no suelen tener miedo a los perros, así que debes vigilar su encuentro cuidadosamente. Si el gato es pequeño y quiere correr y jugar, un perro que tenga un fuerte impulso de presa pueden mostrarse muy excitado ante los movimientos del gato. Incluso si su perro se lleva bien con tus gatos adultos, es importante vigilarlo de cerca cuando esté con un cachorro.
  • Si tu gato es independiente y necesita alejarse a veces de tu perro, debes proporcionarle áreas elevadas a las que él pueda acceder y el perro no. Asegúrate de que el gato tenga suficientes lugares para trepar y descansar tranquilo, fuera del alcance del perro. Puedes entrenar este comportamiento dejándole juguetes y golosinas en lugares elevados.
  • Es mejor que el perro y el gato tengan un carácter parecido. Por ejemplo, un perro juguetón se relacionará mejor con un gato juguetón. Un gato tranquilo e independiente preferirá un perro tranquilo, tolerante e incluso que le muestre indiferencia.
  • Si ambos son cachorros, es fácil que quieran jugar el uno con el otro. Seguramente esto será el inicio de una buena relación entre ambos.
  • El hecho de que tu perro y tu gato se lleven bien entre ellos, no quiere decir que vayan a socializar adecuadamente con otros perros o con otros gatos.
  • Cuando un nuevo animal es introducido en una casa, es importante que disponga de lugares donde pueda estar tranquilo, sin que los otros animales le molesten, para ir acostumbrándose poco a poco a los olores del hogar y a las reacciones de los otros animales.
  • Mantén su comida separada, ya que el gato tratará de acercarse al tazón del perro a olfatear su comida o incluso para comer con él, pero el perro reaccionará agresivamente, ya que tiene un fuerte instinto protector de sus alimentos. Es importante que la comida de ambos se encuentre en áreas separadas y los platos del gato estén en un lugar elevado.
  • Mantén también el arenero de tu gato fuera del alcance de tu perro, ya que a tu gato no le gustará olfatear que el perro ha pasado por ahí. Además, tu perro podría comerse las heces del gato y esto puede hacer que contraiga enfermedades.
  • Los juguetes del gato y del perro también deben estar separados y debes impedir que el perro coja los del gato. Esto podría ocasionar peleas.

¿Cuánto tiempo hace falta para que mi perro y mi gato se lleven bien?

Algunas veces bastan unas horas para que tu perro y tu gato se hagan amigos. Otras veces, tardarán varios días, semanas o meses en aceptarse.

También es posible que nunca se lleven bien, y debes ser consciente de que esta posibilidad existe y prepararte para ella. Incluso si su relación mejora y ambos animales se toleran, siempre es mejor separarlos cuando no estamos presentes.

No siempre es fácil saber si un perro y un gato son amigos a partir de sus interacciones, porque las acciones de juego pueden confundirse con las conductas depredadoras.

La persecución puede ser tanto un juego como una reacción debida al instinto de presa, con posibles consecuencias desagradables, sobre todo si el perro tiene demasiada energía o el gato demasiado miedo.

Por ello, debes prestar mucha atención si uno de los dos se concentra intensamente en el otro, si percibes amenazas o agresiones o si observas intentos de persecución. En estos casos, debes supervisar sus interacciones y entrenarlos para que aprendan a convivir.

Lo más frecuente es que ambos aprendan a comunicarse y a encontrar un camino para desarrollar su amistad. Si tu perro y tu gato llegan a hacerse grandes amigos, disfrutarás mucho viendo como juguetean y como duermen juntos, enroscados el uno con el otro.

En este caso, tendrás un perro que juega como un perro, mordisqueando y tirando del gato, pero que habrá aprendido a controlar su fuerza con él. Y tu gato jugará como el gato que es, abalanzándose sobre el perro, dándole golpes en la cabeza o el hocico cuando pasa e incitándole a la persecución.

Eso sí, el gato debe tener lugares elevados a los que saltar si el juego se descontrola.

Entrenamiento para que mi perro y mi gato sean amigos

Hemos visto algunos mensajes corporales que presentan la misma forma pero tienen significados diferentes según sea el perro o el gato quien los emita.

También existen gestos que son similares para los perros y los gatos. El aseo, lamerse los labios u olfatear el suelo son gestos comunes en ambas especies ante una situación de conflicto. Mostrar los dientes agresivamente tiene el mismo significado en ambos. Los besos y los gruñidos también.

Cuando un perro y un gato viven en la misma casa, aprenden a llevarse bien a través de la observación y la experimentación. Rápidamente, aprenden a interpretar los gestos del otro y pueden llegar a desarrollar una gran amistad o una relación de respeto mutuo y mantenerse alejados el uno del otro.

Podemos contribuir a que desarrollen una buena relación siguiendo una serie de pautas:

Desensibilización

Si tu perro reacciona demasiado intensamente con tu gato, es importante que su acercamiento sea progresivo. Comienza colocando al gato en una habitación, separado del perro con una puerta alta para bebés, para que ambos puedan verse y olfatearse, pero no tocarse.

El gato debe tener todas sus cosas en la habitación: arenero, juguetes, comida y agua. Asegúrate de que el gato no puede saltar la puerta o atravesarla.

Permite que el perro observe al gato a través de la puerta y luego haz que se concentre en otra cosa, como un juego o un momento de entrenamiento.

Más adelante, puedes comenzar a alimentar a cada animal junto a la puerta, cada uno a su lado. Así, asociarán su presencia con las sensaciones agradables de la comida. También puedes intercambiar sus mantas, para que se acostumbren al olor del otro, pero sin sobreestimularlos.

Es posible que al cabo de un tiempo, que pueden ser horas, pero también días o incluso meses, el perro y el gato se acostumbren a la presencia del otro y pierdan el interés.

Recuerda que es posible que no lleguen a hacerse amigos y que tengas que mantenerlos separados cuando no puedas supervisar sus interacciones.

Introducción cara a cara

Esta es una forma más rápida de presentar al perro y al gato. Una persona debe sujetar al perro con una correa y vigilar su lenguaje corporal.

Otra persona debería vigilar el lenguaje del gato. Si el gato no arquea su espalda ni bufa cuando se encuentra con el perro, puedes dejar que se mueva con libertad.

Si el perro se muestra tranquilo, ordénale que se siente o que se tumbe y que se quede quieto, mientras el gato se mueve libremente y olfatea al perro si así lo desea.

Si el perro se muestra muy obsesionado con el gato, tiene el cuerpo rígido, no te mira cuando lo llamas o se abalanza sobre el gato, comienza por una etapa de desensibilización.

Plan de adiestramiento

Si los métodos anteriores no funcionan, tendrás que abordar un plan de entrenamiento. Lo primero de todo es conocer el umbral del perro, para lo cual utilizarás la correa y lo acercarás gradualmente al gato. Observa lo que sucede cuando el perro se fija en el gato. Si sigue respondiendo cuando dices su nombre, aún estás en zona segura. Su umbral se sitúa en la distancia entre ambos en que deja de hacerlo y comienza a ladrar o a abalanzarse hacia el gato.

Otra señal de que te estás acercando demasiado al gato es que el cuerpo de tu perro se vuelve rígido,tu perro se mueve más lentamente y mira fijamente al gato. Si en ese momento llamas al perro y no te responde, aléjate del gato.

Una vez que conozcas el umbral del perro, hazte con un clicker y unas golosinas. En lugar del clicker, también puedes emplear un marcador verbal, felicitándole cuando lo haga bien o utilizando una palabra como ”sí” o “bien”.

Cuando el perro mire al gato, haz click o utiliza tu marcador verbal. Si te hace caso, dale una golosina. Repite esto hasta que agotes 10 golosinas. La undécima vez, antes de utilizar el marcador, espera a ver si mira al gato y te devuelve la mirada. Si lo hace, haz click o utiliza el marcador. Si no lo hace, retrocede un paso y repítelo. Marca 10 veces para que mire al gato y vuelve a intentarlo.

Cuando consigas que mire al gato y luego a ti, puedes comenzar a acercarte al gato cada vez más. Si el perro se obsesiona con el gato al acercarte, es que has pasado el umbral y necesitas retroceder.

Al avanzar en el entrenamiento, el umbral va disminuyendo, y finalmente conseguirás colocarte al lado del gato sin problemas.

Si no te ves capaz de entrenar a tu gato y a tu perro para que se adapten el uno al otro, puedes recurrir a la ayuda de un adiestrador profesional. Pero no utilices nunca el castigo. No es eficaz y puede empeorar las cosas.

Conclusiones

  • Los perros y los gatos pueden llevarse bien, e incluso ser grandes amigos, si son adecuadamente socializados.
  • Los problemas en las relaciones entre perros y gatos suelen deberse a malinterpretaciones de su lenguaje corporal.
  • Es posible que tu perro y tu gato no lleguen a hacerse amigos nunca.
  • Si tu perro y tu gato simplemente se toleran, deberás aislarlos cuando tengas que dejarlos solos en casa.
  • El lenguaje de la cola de los perros y los gatos te da mucha información acerca de su actitud.
  • Debes socializar a tu perro y a tu gato con tranquilidad y de manera gradual.
  • Si las reacciones entre tu perro y tu gato son excesivas, deberás someterlos a un proceso de desensibilización.
  • A veces es necesario un plan de adiestramiento para lograr que tu perro y tu gato se lleven bien o, al menos, se toleren.
  •  Si es necesario, acude a un adiestrador profesional.

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